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> Economía y política
El buen gobierno se reinventa
Publicado el
14-12-2009
, por Rafa Rubio. Consultor de Dogcomunicacion.
Hace unos años que los términos ‘gobernanza’ y ‘buen gobierno’ son una especie de mantra de la teoría democrática. Ya se aplique a países en vías de desarrollo o a grandes multinacionales, se ha generalizado la exigencia de una forma “de gobernar que se propone como objetivo el logro de un desarrollo económico, social e institucional duradero, promoviendo un sano equilibrio entre el Estado, la sociedad civil y el mercado de la economía” (RAE).
No hay proyecto de cooperación, consejo de administración, premio o libro blanco en el que el buen gobierno no ocupe un papel relevante. El abuso es tan habitual que la diferencia entre expectativas y resultados pone en peligro el concepto.
Parece que con la llegada de Obama a la presidencia de EEUU el buen gobierno también se está reinventando. Cada día es mayor la identificación entre buen gobierno y open government; los pilares de éste, transparencia, colaboración y participación, se han convertido en eje del otro.
Tras el uso intensivo que Obama hizo de las nuevas tecnologías en su campaña electoral, el open government se ha convertido en una de las prioridades de su Administración. A las iniciativas que ha ido poniendo en marcha, el nombramiento de un CIO (Chief Information Officer) para la Casa Blanca, y el lanzamiento de proyectos como data.gov, recovery.gov o USASpending.gov, basados en la transparencia, se unió la directiva de Open Government que fija un estándar obligatorio para toda la Administración.
Los términos más utilizados por esta directiva no nos causan sorpresa. La transparencia, que establece que la información del gobierno se presupone pública mientras no haya motivos de peso para lo contrario; la participación, que permite a los ciudadanos contribuir en la elaboración de las políticas públicas, en lo que se denomina wikigobierno, y la colaboración que perfecciona la eficacia del gobierno e involucra a otros actores.
Desde ahora, la legitimidad e, incluso, la eficacia, no se cifra sólo en la capacidad técnica de la Administración, sino en su capacidad de involucrar a las personas, poniendo a su disposición las herramientas para que puedan ejerzan su responsabilidad pública más allá del periodo electoral. Sólo un Gobierno de ‘puertas abiertas’ logrará devolvernos ese empoderamiento, que no es otra cosa que la revitalización de la sociedad civil.
Esto supone un cambio en las formas de la Administración, implica una constante conversación con los ciudadanos y exige inversión, formación y dedicación. Muchas empresas empiezan a ver su rentabilidad económica, ojalá nuestras instituciones descubran su rentabilidad democrática.
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